¿Cuán alto pueden volar? La importancia de que los niños desarrollen una autoestima saludable





Desde su más temprana infancia, los niños aprenden a hacer cosas por sí mismos, lo que los conduce a sentirse bien consigo mismos cuando pueden hacer cosas nuevas y desarrollar nuevas destrezas. La autoestima en los niños (sentirse bien consigo mismos) se fortalece cuando los adultos les prestamos atención, sonreímos, los dejamos que traten y demostramos nuestra satisfacción con las cosas que hacen. En la medida en que los niños crecen, su autoestima crece con ellos. La distinción entre un niño que se siente bien consigo mismo (alta autoestima) y un niño que no se siente bien consigo mismo (baja autoestima) es fácil de discernir. Los niños con una autoestima saludable o alta:

  • Se sienten aceptados y queridos.

  • Se sienten confiados en sí mismos.

  • Revelan orgullo por las cosas que pueden hacer.

  • Piensan cosas buenas/positivas sobre sí mismos.

  • Creen en sí mismos.

Por el contrario, podemos reconocer pobre o baja autoestima en un niño, cuando el niño:

  • Se critica con frecuencia y tiende a ser duro consigo mismo.

  • Siente que no es tan bueno, ni capaz, en comparación con otros niños.

  • Habla  más sobre los momentos en que se equivocó y falló que sobre los momentos en que tuvo éxito.

  • Le falta confianza en sí mismo (autoconfianza), dudando de que pueda hacer las cosas bien.

  • Cuando algo le sale mal, se culpa a sí misma (atribución interna; p. ej. « ¡Soy tan bruta!»), pero cuando las cosas le salen bien, se lo atribuye a causas externas (p. ej. « ¡Qué suerte tuve que este examen fuera tan fácil!»).

Con esto en mente, podemos ver como la autoestima en los niños es tan importante. El niño que se siente bien consigo mismo tiene la confianza que necesita para tratar cosas, no solo nuevas, sino también complejas (difíciles). A mayor autoconfianza el niño siente, mayor es su perseverancia. El niño con alta autoestima se esforzará más, y por más tiempo, para lograr las cosas que le importan. La autoestima en los niños es un factor fundamental en ayudarlos a reconocer y a superar los errores (académicos e interpersonales) que pueden cometer en el camino. En otras palabras, cuando el niño falla, tiene la perspicacia (entendimiento) para tratar de nuevo, haciendo los cambios que sean necesarios para hacerlo cada vez mejor. El niño con baja autoestima, por su parte, es propenso a darse por vencido fácilmente, o simplemente se niega a tratar. Para estos niños, un error o una falla cometida es testimonio de su incapacidad percibida, como consecuencia, el inseguro niño se roba su oportunidad de probarse a sí mismo cuan hábil o apto en realidad es.

Y ahora que sabemos esto, ¿cómo podemos ayudar a los niños a desarrollar una autoestima saludable?

Cada niño es diferente. Para algunos, la confianza en sí mismos llega más fácil y rápida que para otros. Al igual que con los adultos, todos los niños encontrarán situaciones en sus vidas que pueden ser estresantes, decepcionantes, y que pueden contribuir a bajar su autoestima. Pero incluso para aquellos niños con una autoestima típicamente baja, la autoestima es algo que se puede fortalecer. Básicamente, fortalecemos la autoestima en un niño cuando lo animamos a tratar cosas nuevas, lo ayudamos a encontrar aquellas cosas en las que es bueno y lo elogiamos, de manera inteligente y sensitiva, por aquellas cosas que son importantes para él/ella. Más sugerencias:

  • Estimular al niño a que aprenda cosas nuevas. Desde su más temprana infancia, nuestros niños aprenden a hacer cosas que despiertan en ellos un sentimiento de autocontrol y de dominio: aprender a caminar,  vestirse de manera independiente, cepillarse los dientes, leer, correr en bicicleta… Todas oportunidades para que la autoestima del niño crezca y se fortalezca. Aunque cometan errores, es importante que permitamos que los niños hagan lo que pueden. Enseñar algo a un niño siempre debe seguir la formula básica: primero demostramos la destreza (lo hacemos para que nos vea), y entonces lo ayudamos a hacerlo la primera vez (o varias veces). Paulatinamente, lo independizamos. El niño debe tener la oportunidad de aprender, de tratar, y más importante, de sentirse orgulloso con su logro.

  • Elogiar al niño, pero de manera inteligente. Elogiar por elogiar, sin que el niño sienta que se lo merece, puede resultar contraproducente. Si, por ejemplo, a pesar del esfuerzo del niño, no tuvo una buena ejecución en su juego de fútbol, decirle, « ¡Gran juego!» le sonará vacio. Por otro lado, al decirle: «Sé que ese no fue tu mejor juego, pero todos tenemos días buenos y días malos. Me sentí orgulloso de ver cómo te esforzaste, sin darte por vencido. Ya vendrán días mejores», lo estamos apoyando y expresamos nuestra confianza en su habilidad para recuperarse. Lo más importante al elogiar a un niño es que lo enfoquemos en su esfuerzo, en su progreso y en su actitud positiva, nunca en resultados pasajeros como ganar el juego de fútbol o sacar una A en el examen de ciencias.

  • Enfocar al niño en sus fortalezas. Prestando atención a aquellas cosas que al niño le gusta hacer, podemos encontrar actividades y proyectos apropiados para que desarrolle sus fortalezas mentales y emocionales. Enfocándolo en «lo que puedes hacer para mejorar este resultado», y ayudándolo a reconocer sus fortalezas, lo desconectamos emocionalmente de sus debilidades cuando las cosas no le salen bien.

  • Enseñarle a la niña que «tratar, fallar y volver a tratar» es parte de su aprendizaje. Así es cómo todos aprendemos. Por ejemplo, si a la niña se le sigue cayendo la bola cada vez que trata de capturarla, le podemos decir: «Lo estás haciendo mejor cada vez. Con más práctica y nuestro esfuerzo las cosas se nos hacen cada vez más fáciles».

  • Enseñarlo a desarrollar una mentalidad de crecimiento y progreso. La mentalidad del progreso se mueve en una sola dirección: hacia arriba. Los niños con mentalidad de progreso creen y sienten que sus habilidades y destrezas actuales mejoran con el paso del tiempo; práctica y esfuerzo enfocado es todo lo que necesitan. Un niño con una mentalidad ya fija, por el contrario, piensa que sus habilidades ya son como siempre serán (p. ej. « ¡Soy bruta!»); en otras palabras, sus habilidades nunca van a mejorar. Una de las ventajas de haber desarrollado la mentalidad del crecimiento y progreso es aceptar nuestros errores como experiencias de aprendizaje o como oportunidades para aprender. Todo error tiene una estrategia para solucionarlo, y nada más valioso para fortalecer la autoestima en un niño como alentarlo con la actitud de «la próxima vez lo podrás hacer mejor» siempre que cometen un error o se decepcionan, por ejemplo, «Sí, se te derramó el jugo. La próxima vez, cuando lo eches al vaso, puedes asegurarte de sostener el vaso con tu otra mano para que no se vire».


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RET: La fórmula para educar niños emocionalmente inteligentes
 
Una guía psicoeducativa para padres y maestros

Un informativo viaje dentro del fascinante mundo emocional del niño para entender los pensamientos y sentimientos que, de manera negativa o positiva, influencian su comportamiento. Aplicando los principios RET (pienso siento actúo), nuestros niños aprenden a superar los retos de sus situaciones personales difíciles, manejando mejor su mundo emocional.

Tópicos desarrollados en esta guía:
Autocontrol
Autodisciplina
Autoeficacia
Autoestima del niño
Autoimagen del niño
Autonomía y responsabilidad
Pesimismo/Optimismo
Dando apoyo emocional al niño
Niños estresados
Manejo del coraje
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